Un entorno privilegiado como las Ruinas de San Pedro fue el marco de una boda muy entrañable, divertida y personal.
Los jardines exteriores fueron el lugar donde se celebró el cóctel-comida donde, además del las sillas y las mesas de apoyo, se colocaron alfombras para que los invitados pudieran estar en un ambiente relajado y familiar.
La zona interior de las ruinas fue el lugar escogido para la ceremonia y la fiesta posterior.